Windows es un sistema operativo que, a medida que ha ido pasando el tiempo, empieza a funcionar más lento. Empezando por el tiempo que tarda el PC en arrancar. Esto se debe a que, a medida que vamos instalando programas y actualizaciones, cada vez se van cargando más procesos y servicios en el arranque del sistema operativo, lo que, a la fuerza, hace que el PC vaya lento. Pero, con una serie de consejos, vamos a poder acelerar y optimizar el arranque de Windows 10 o Windows 11, para que, cuando encendamos el PC, este lo haga más rápido.
Asimismo, esto es algo que afecta tanto al funcionamiento general del propio sistema operativo, como a las aplicaciones que tenemos instaladas en el mismo y que usamos a diario, al mismo tiempo que al arranque de Windows. Y es que claro, a medida que llegan nuevas funcionalidades, cada vez más complejas, y además nosotros mismos vamos instalando nuevas apps, el software se va «sobrecargando» cada vez más, algo que muchos s notan a diario y de lo que se quejan en gran medida.
De hecho, con el paso del tiempo y con el uso de Windows, podemos ver cómo el tiempo de arranque de Windows cada vez es mayor en muchos casos, aunque también es cierto que disponemos de varios métodos para poder optimizar este apartado.
Los programas que más ralentizan el arranque del PC
Podemos tener instalados en el ordenador una gran cantidad de programas diferentes. Sin embargo, no todos se suelen ejecutar al inicio de Windows. Y, los que sí lo hacen, algunos son más pesados que otros, por lo que veremos mejora cuando desactivemos algunos, pero no tanta cuando lo hagamos con otros.
Ya os podéis imaginar que dependiendo de la potencia hardware de nuestro ordenador, los programas que coloquemos en el inicio gran ralentizar más o menos el funcionamiento de este. Además, debemos tener en consideración que los programas que usamos en estos momentos cada vez son más potentes y requieren mayores recursos del PC. Esto quiere decir que si colocamos o establecemos una buena cantidad de software para que se arranque automáticamente al iniciar Windows, este arranque se puede demorar demasiado, llegando a ser molesto para muchos.
Claro está, las ventajas que nos proponen este tipo de movimientos son muchas. Especialmente el hecho de que podamos acceder de forma directa a las aplicaciones que más usamos desde que arrancamos el PC, de manera directa. Sin embargo, es algo que debemos controlar que tengamos un equipo más o menos potente y que disponga de la memoria RAM que sea. Y es que en la mayoría de las ocasiones vamos a preferir un ordenador que arranque en cuestión de pocos segundos, que otro que se eternice y pueda tardar hasta varios minutos en terminar de ponerse en funcionamiento.
Los principales programas de PC que hacen que el ordenador tarde más tiempo en arrancar son los que os vamos a mostrar a continuación en términos generales:
- Programas de edición. Estos programas suelen consumir muchos recursos debido a su naturaleza. Y, además, es totalmente innecesario que se ejecuten al inicio. Programas como los Adobe (Photoshop, Lightroom, Adobe Creative Cloud, etc) suelen consumir mucha mejora y tardar en abrirse, por lo que, si están configurados para que se ejecuten al inicio, debemos deshabilitarlos.
- Apps de chat. Skype, Messenger, Slack y otros programas de chat, aunque parecen inofensivos, también tienen un impacto importante en el tiempo de arranque del PC. Por lo tanto, es recomendable deshabilitarlos y abrirlos cuando sean necesarios.
- Aplicaciones de Apple. Si usamos iTunes o iCloud, estos programas suman una buena cantidad de segundos al tiempo de inicio de nuestro PC. Lo mejor es desactivarlos.
- Clientes de sincronización en la nube. Además de OneDrive, que viene instalado por defecto en Windows, otras aplicaciones para la nube similares, como Dropbox, Google Drive, pCloud o Amazon Drive, harán que nuestro PC tarde mucho más en iniciar.
- Clientes de juegos. Seguro que todos tenemos instalado en el ordenador Steam, Origin, uPlay, Epic Store, GOG y otros programas similares para bajar juegos. Estos son útiles cuando vamos a jugar, pero suelen ser bastante pesadas. Por ello, es recomendable deshabilitarlas del inicio para ejecutarlas manualmente cuando sea necesario.
- Clientes torrent. Estos programas son los encargados de gestionar las descargas y subidas a través de redes P2P a través de los populares torrent. Es habitual que estos, por sí solos, se configuren para arrancar junto a Windows para continuar con las descargas de forma automática. Esto es algo que deberíamos evitar, más si tenemos en cuenta que en plena descarga estas propuestas consumen muchos recursos del PC.
- Aplicaciones nativas. Con la llegada de Windows 11, a OneDrive como aplicación que se ejecuta al inicio de Windows, tenemos que sumar Microsoft Teams, la nueva aplicación de Microsoft para hacer llamadas, videollamadas, conversaciones de chat, enviar archivos y mucho más.
Lo que debemos preguntarnos es: ¿realmente necesitamos que todas estas aplicaciones arranquen al inicio? Seguramente no. Y, si los deshabilitamos, podremos reducir el tiempo del arranque de Windows, ya que de nada sirve precargarlas en la memoria si no tenemos pensado utilizarlas a diario y lo único que estamos haciendo es consumir recursos del equipo que pueden destinarse a las aplicaciones y procesos realmente si nos necesarios para que el equipo inicie lo más rápido posible.
Acelerar el arranque desde el de tareas
Para empezar, lo primero que os vamos a poder es echar mano de un elemento tan importante como es el de tareas del propio Windows. Para poder acceder a esta sección, lo que haremos será pinchar con el botón derecho del ratón en el botón del menú Inicio, donde ya podemos seleccionar “ de tareas” para que se abra la correspondiente ventana. También podemos acceder a través del atajo de teclado Ctrl+ Mayús + Esc.
Podemos probar este software desde este enlace.
Cambiar el disco duro por un SSD
Si nuestro ordenador ya tiene unos años, lo más probable es que tenga instalado un disco duro clásico, de los mecánicos que funcionan con platos magnéticos y un cabezal que va leyendo el estado de cada uno de los sectores. Estos discos son muy económicos (sobre todo actualmente) y pueden servir perfectamente como unidades de almacenamiento para el ordenador. Pero, si lo que queremos es tener más rendimiento, no son la mejor opción.
Las unidades de estado sólido, o SSD, son las nuevas unidades de almacenamiento que están sustituyendo a los discos duros. Con una diferencia de precios cada vez menor, estas unidades son capaces de multiplicar por diez el rendimiento general del ordenador. Hasta el punto de que, al pasar Windows de un disco duro a un SSD (incluso sin formatear ni cambiar ninguna configuración) podemos pasar de casi un minuto en arrancar a tan solo 10 segundos, e incluso menos.
En prácticamente cualquier tienda de informática, podemos encontrar unidades de almacenamiento SSD de 240 por poco más de 30 euros. Si no trabajamos con vídeos o fotografías, con 256 GB tenemos espacio más que suficiente para instalar cualquier aplicación en el equipo. Estas unidades de almacenamiento utilizan la conexión SATA que los equipo HDD tradicionales, por lo que tan solo debemos sustituir un disco por otro e instalar nuevamente el sistema operativo no sin antes hacer una copiad de todos los datos que queremos conservar. Si necesitamos mayor espacio de almacenamiento, el siguiente tramo de precios de SSD (no NVMe) es de unos 50 euros para unidades de 480 GB. El disco duro que dejemos de utilizar, lo podemos utilizar como unidad externa para hacer copias de seguridad y para copiar en él todo el contenido que necesitamos en nuestro PC en el día a día, como pueden ser películas, fotografias y demás.
Si lo que queremos es acelerar el ordenador, y que este funcione de la mejor manera posible, sin duda tendremos que dar una oportunidad a este tipo de unidades. Además, usando un programa como Macrium Reflect, podremos clonar Windows del disco duro al SSD, con todos los datos, programas y configuraciones, de manera que no tendremos que empezar de cero, aunque podemos aprovechar para instalar Windows de cero y eliminar todos los problemas de funcionamiento y rendimiento que estuviera experimentado el equipo.