Hasta Windows 7, tan solo había dos formas de instalar programas en el sistema operativo de Microsoft: a través de los instaladores .exe o desde los instaladores .msi. Sin embargo, con la llegada de Windows 8, Microsoft quiso cambiar las reglas del juego y lanzó una nueva forma de descargar y comprar programas, la Microsoft Store. Esta tienda funciona de forma similar a las tiendas de aplicaciones de Android o iOS, así como a la App Store de Mac. Con Windows 10, Microsoft volvió a apostar por esta tienda como alternativa a los instaladores de toda la vida, y con Windows 11 vuelve a hacerlo. Sin embargo, ¿realmente merece la pena?
No es la primera vez que se oye que la tienda de aplicaciones de Windows va a desaparecer. Sin embargo, después de la gran apuesta por ella en Windows 11, la cosa se complica. A pesar de ello, algunas ediciones del sistema operativo, como la Business y la Education, ya la omiten.
Se espera que con Windows 11, el número de desarrolladores que se animen a publicar sus programas en la tienda aumente. Pero, por ahora, deja mucho que desear.
Existen muchas otras alternativas para instalar programas
Crear una tienda al más puro estilo macOS podía ser una buena idea (aunque, claramente, se ha llevado mal a cabo). Sin embargo, ¿realmente era necesario crear otras alternativas para buscar y bajar programas en Windows? Y lo peor de todo, ¿era necesario que estas fueran mejores que la propia Store?
Microsoft ha lanzado recientemente WinGet, un gestor de programas al más puro estilo APT de Linux que nos permite buscar programas en completos repositorios, bajarlos, instalarlos, actualizarlos… todo. Además, existen otras alternativas, como Ninite o Chocolatey que, igualmente, nos permiten automatizar la descarga, instalación y actualización de programas. Entonces, ¿qué va a pasar con la Microsoft Store?