Algo que llevamos repitiendo desde hace años es la necesidad de llevar a cabo copias de seguridad de nuestras unidades de disco del PC de forma periódica. Seguro que si sufrimos algún ataque por parte de un virus o nuestro ordenador tiene un problema grave, en el futuro lo agradeceremos.
Lo más conveniente es llevar a cabo una copia de seguridad completa al menos de la unidad principal del equipo. Aquí se incluye el sistema operativo, las aplicaciones instaladas y nuestros datos personales. Pero si eso nos parece excesivo, también podemos llevar a cabo estos backups de determinadas carpetas que consideremos como esenciales. Más adelante, en la desagradable situación de que no podemos acceder a nuestro equipo, siempre podremos recuperar esa copia de seguridad de manera rápida y sencilla.
De hecho hay muchas aplicaciones, incluida una función en el propio Windows, que facilitan e incluso automatizan estas tareas, por lo que no tenemos excusa. Pero aquí os queremos hablar del medio más adecuado a la hora de almacenar todos estos datos. Hay que tener en cuenta que algunas copias de seguridad están compuestas por varios gigas de ficheros y carpetas, por lo que debemos elegir bien la fuente donde vamos a almacenar todo ello. En los tiempos que corren quizá los destinos más habituales sean los DVDs, un dispositivo externo como un
Bastará con que dispongamos de una conexión a Internet y un navegador para acceder a nuestro espacio remoto en la nube. Pero este método para nuestras copias de seguridad no es perfecto. Y es que no siempre vamos a tener disponible una conexión a Internet, por ejemplo si el equipo que deseamos recuperar está dañado. Además la transferencia de datos aquí es mucho más lenta que si por ejemplo utilizamos un disco externo o un pendrive. A todo ello debemos sumarle que estamos almacenando datos personales y privados en un servidor ajeno, lo que no gusta a todo el mundo por motivos de seguridad.