Desde hace décadas, Windows y Linux siempre han tenido una acalorada rivalidad. Cada sistema operativo tiene sus propios seguidores y defensores a muerte y, aunque Windows es un sistema operativo infinitamente más utilizado que Linux (al menos en escritorio), la comunidad de Linux es mucho más radical. Dicho fanatismo llega incluso hasta el punto de defender lo indefendible y faltar al respeto de quienes no piensan como ellos. Y es cierto que Linux puede tener muchas ventajas respecto a otros sistemas, como Windows o macOS. Pero, por mucho que duela, Windows tiene también muchas cosas de las que debería aprender Linux.
Linux no es un sistema operativo como tal, sino que existen pequeños sistemas operativos creados a partir de él, lo que se conocen como distribuciones. Una de las más conocidas y utilizadas es Ubuntu, una distro que, a su vez, está basada en Debian.
Cada distro Linux tiene una serie de ventajas y características que la hace destacar sobre las demás. Sin embargo, en este artículo vamos a hablar especialmente de Ubuntu. De todo lo que esta distribución debería aprender de su rival, Windows, para poder empezar a plantarle cara.
Tampoco vale la excusa de instalar Windows en KVM o en VirtualBox, porque eso podemos hacerlo también en el sistema operativo de Microsoft.