Siempre hablamos de la importancia de tener un sistema operativo, y todos los programas, actualizados a sus últimas versiones. Esto nos permite aprovechar al máximo sus funciones, poder usarlo sin errores y, además, poder estar seguros de que nada pone en peligro nuestra seguridad. Sin embargo, cuando se habla de Linux, especialmente de distribuciones como Ubuntu, instalar el último Kernel puede no ser siempre la mejor opción.
Ubuntu no viene con una versiones de Ubuntu. Esto significa que, si queremos, podemos instalar la última versión del Kernel (actualmente la 5.8.1) modificada por Canonical en nuestro Ubuntu. Y podemos hacerlo con un simple comando:
wget -c https://kernel.ubuntu.com/~kernel-ppa/mainline/v5.8.1/amd64/linux-headers-5.8.1-050801_5.8.1-050801.202008111432_all.deb && sudo dpkg -i *.deb
¿Qué ocurre? Que estas versiones del kernel modificadas aún no están preparadas para funcionar en producción. Con otras palabras, son «beta» que pueden tener errores. Por lo tanto, esta versión 5.8.1 no es, ni de lejos, tan estable como el Kernel 5.4 incluido de serie en Ubuntu 20.04 LTS. Cuando esta versión esté acabada se incluirá en la siguiente versión de la distro, en este caso, en Ubuntu 20.10.